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miércoles, 10 de febrero de 2016

Virgen del venerable Agnesio, Juan de Juanes


                                   Virgen del Venerable Agnesio. Juan de Juanes. Museo San Pio V, Valencia

     Este cuadro, oleo sobre tabla, de Juan de Juanes es, para mí gusto, uno de los mejores que tenemos en Valencia, siendo, quizás, el mejor representante de la pintura del renacimiento en toda la península, tanto en la corona de Aragón como en Castilla.

     El cuadro fue un encargo del conde de Oliva de la familia Centelles en homenaje al venerable Agnesio, con quien tenía gran trato y amistad.

     Está cargado de simbolismos y para entender su significado nos hace falta situarnos en la época en que se pintó, allá por los años intermedios del siglo XVI. Debemos relacionarlo con el gran problema existente en esos momentos en el reino de Valencia, la relación con los moriscos y el continuado, aunque poco efectivo,  intento de su conversión a la “verdadera religión”.

Un poco de historia

     Como ya comentamos en el post sobre las Germanías, hubo una “conversión” forzada de los mudéjares que vivían en el reino de Valencia. Fueron bautizados  masivamente, a la fuerza, empezando después de la victoria agermanada en Gandía, bautismo que fue aceptado como válido por las autoridades eclesiásticas y siguió por la obligación de bautizarse todos los mudéjares en el resto del reino. Estas cosas sucedieron alrededor del año 1525.


Grabado en madera del bautizo de mudéjares (en el reino de Granada). Entraron mudéjares y salieron moriscos

     Vale, ya están bautizados los antiguos mudéjares a los que ahora, una vez bautizados, se les llama moriscos. Quedaba, en lo que atañe a la religión, hacerles partícipes de la doctrina cristiana, para lo cual se hicieron intentos serios de adoctrinamiento, aunque con resultados muy pobres.

     Uno de los predicadores de moriscos más notorios, fue el personaje que recoge nuestro cuadro, Juan Bautista Anyes, o también Agnesio ya que latinizó su nombre en honor a santa Inés (Agnes) de quien era muy devoto. Este predicador y escritor desarrolló su labor predicadora sobre todo en la zona de Ayora, propiedad del Conde de Oliva, con el que Agnesio tenía mucha relación.

     Este Agnesio, también escribió manuales para el adoctrinamiento de los moriscos, como veremos en otro cuadro, este situado en la catedral de Valencia. En lo que nos atañe, introdujo a Juan de Juanes en los contactos con la nobleza valenciana con la que Agnesio estaba muy bien relacionado.



                                                                      El venerable Agnesio en el cuadro de la Catedral de Valencia con su libro sobre el trato con moriscos.

     Uno de los temas más delicados respecto a los moriscos, relacionado con nuestro cuadro como veremos, era que si bien se consideraba que los moriscos adultos, ya bautizados, debían adoctrinarse o serían considerados herejes, a los niños pequeños moriscos, se les consideraba inocentes de tal herejía.

     Una constatación de esto, fue que en la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII, se estableció una comisión que consideró, en principio, como niños inocentes a los menores de cuatro años, que no debían ser expulsados.



                                 Cuadro de la expulsión de los moriscos por el puerto de Valencia. Colección de la fundación Bancaja

Juan de Juanes

     Yendo directamente al cuadro y a su autor Vicente Juan Macip, reconvertido en Joan de Joannes, fue hijo del gran pintor Valenciano Vicente Macip, el más importante de los pintores valencianos que hicieron la transición del último gótico al renacimiento, tal como comentamos en el post sobre el patio del embajador Vich.

     De cualquier forma, Juan de Juanes, no solo pintó cuadros de retratos y de devoción como este:



                                           Salvador eucarístico, del que hay dos cuadros expuestos en el museo san Pio V

     También pintó temas basados en la mitología, como este, poco conocido quizás por estar en el museo de Udine, al noreste de Italia, del juicio de Paris.



Paris, hijo de Príamo que era el rey de Troya, dictaminando quien de las tres diosas es la más hermosa. Obsérvese la manzana de la discordia, origen del tema, en su mano derecha. Al final ganó Afrodita que le concedió a Paris el amor de Helena con lo que comenzó la guerra de Troya…..

     Volviendo a nuestro cuadro, en el que ya se aprecia el estilo renacentista pleno, tanto con el empleo de la perspectiva lineal como con la difuminación de los contornos de las figuras al alejarse, así como con la tendencia a los tonos azulados en el horizonte.

      La composición se reparte en tres grupos de figuras, siendo la central en forma marcadamente triangular, influenciada, sin duda, por las pinturas italianas de la época, composición que puso de moda Leonardo da Vinci.



Paolo de San Leocadio, “La Virgen con el niño y san Juanito”, en otra composición triangular. Museo San Pio V, Valencia

     Sobre el estilo del pintor, el profesor Daniel Benito Goerlich en un excelente artículo dice “…la expresión dulce y amable se funde fácilmente con el rigor compositivo, el preciosismo pictórico y el brillante colorido…”, es difícil expresarlo mejor ni más elegantemente.

Veamos el cuadro por partes:

Venerable Agnesio y Santa Inés



El venerable Agnesio al que Juan de Juanes recorta la espalda, como si de una fotografía se tratase, al igual que hace con el personaje en el otro extremo del cuadro.

     Mirando el cuadro, tenemos a la izquierda al “famoso” Venerable Agnesio, que da título al cuadro, en su desposorio místico con Santa Inés, en un tema de “sacra conversazione”.

     Inés es también Agnés en su forma latina, que por extensión, es Agnus, Agnus Dei, Cordero de Dios. De ahí el que Santa Inés, por la que Agnesio sentía especial devoción, al recibir el anillo del desposorio místico, tenga en su regazo un cordero, su símbolo iconográfico.

     Aquí, los rasgos del Venerable, están un tanto ajados, ya que cuando Juan de Juanes pintó el cuadro, Agnesio ya había fallecido. Se aprecia también en la diferencia de frescura con los trazos y color de la cara si lo comparamos con el mismo personaje en el cuadro de la catedral pintado en vida de Agnesio.



El venerable Agnesio en el cuadro de la catedral y en nuestro cuadro en que ya había fallecido

     A la derecha de estas figuras, se aprecia un edificio clásico de planta circular, un Tholo, como el Tholo de Delfos o el Tholo de Atenas. A su derecha está pintada una pirámide, edificio aún existente hoy en Roma, la pirámide de Cayo Cestio. Este era un magistrado romano que construyó la pirámide como su tumba más o menos por los años inmediatamente anteriores al nacimiento de Cristo.



                                                                     Tholo y Pirámide, dos elementos arquitectónicos clásicos

     Hay que tener en cuenta que el renacimiento se inspira en la antigüedad clásica, “renace” aquella cultura, de ahí la justificación de estas dos figuras, al igual que las columnas, con basa jónica o corintia de fuste liso, en la parte derecha del cuadro.

     Justo delante del Tholo, está la curiosa imagen de San Jorge alanceando al dragón, quizás porque San Jorge jugó un gran papel simbólico en la reconquista contra los musulmanes, y este cuadro habla de conversión de estos, ¿una amenaza velada?, o quizás por estar situado el cuadro, en principio, en la antigua capilla de San Jorge en la catedral, como comenté en el post sobre Goya. Aunque, seguramente, el san Jorge alanceando al dragón simbolizaba al estamento del brazo militar en el reino.



                                               San Jorge y el dragón, según la hagiografía de Jacobo de la Vorágine en su Leyenda Dorada

Santa Dorotea y San Teófilo

En la parte derecha del cuadro aparecen dos personajes, ambos con el nimbo de santidad, santa Dorotea y San Teófilo. Juan de Juanes le puso Dorotea a una de las dos hijas que tuvo. Quizás de las muchas imágenes de conversión que pudo utilizar, eligió esta por ese motivo.



Se aprecia que san Teófilo, tiene un tamaño inferior al resto de los personajes, quizás por ser el personaje menos relevante en la composición.

     La historia es que en la época de Diocleciano, en Capadocia, en la Anatolia turca, la cristiana Dorotea fue conminada a hacer ofrendas a los dioses romanos. Como es natural Santa Dorotea se negó y en el camino a su degollamiento, el pagano Teófilo se burló de ella diciéndole algo así como “cuando estés en tu paraíso, envíame flores y frutos de él”, que era lo que se esperaba encontrar en el paraíso.

Una vez Dorotea ajusticiada, se le acerco un muchacho  (un ángel) a Teófilo, y a pesar de no ser la época, ya que según Jacobo de la Vorágine en su Leyenda Dorada era febrero, le llevó tres rosas y tres manzanas. Quizás Juan de Juanes eligió representar granadas por ser estas símbolo de la unidad de la iglesia. También pintó unas azucenas blancas, símbolo de la pureza de Dorotea



                                Tres granadas, con tres rosas rojas y una blanca, colores símbolos de la pasión y de la pureza.

     Como cabía esperar después de este milagro, Teófilo se convirtió y, claro está, también fue ajusticiado. En el cuadro, Juan de Juanes coloca un libro a los pies de Teófilo, en señal de su oficio, ya que era notario de Fabricio, el prefecto romano, el torturador de Dorotea.

Parte central del cuadro

     

                              Observar el fondo del cuadro con ruinas clásicas, con la tonalidad azul en las montañas lejanas.

     En esta composición triangular, típica renacentista, Juan de Juanes incluyó, Virgen aparte, a los dos santos Juanes clásicos, el Bautista y el Evangelista.

      Ambos están pintados de niños, este último con su icono característico del águila, al ser su evangelio el que se remonta espiritualmente más alto que los demás. A los pies de la Virgen, está el cordero (del sacrificio), también símbolo de san Juan Bautista, ya que este fue sacrificado en la fortaleza de Maqueronte por Herodes Antipas, a petición de Salomé.

     En un texto latino en letras doradas en la parte superior del cuadro, figura “la cruz es para los inocentes el camino hacia las coronas floridas”, interpretándose aquí las coronas floridas como la salvación.

     Vemos, en consonancia con este texto, a san Juan Bautista niño sujetando una larga cruz a cuya base se cogen dos niños con heridas, simbolizando a los Santos Inocentes, en este caso, a los inocentes niños moriscos, tal como hemos comentado antes, para llegar, a través de la Cruz a la corona de flores que sostiene la Virgen, o sea, a su salvación, de acuerdo con el texto citado.



                                                              San Juan Bautista con los Santos Inocentes, todos con nimbo

     Mas niño aún que el Bautista, está en el regazo de la Virgen el niño Jesús- recordar que este nació seis meses después del Bautista- que rodea con los brazos la parte superior de la cruz mientras que dirige su mirada hacia la corona, premonición del sufrimiento en la cruz y de la salvación de las almas.


El niño Jesús, cogiendo la cruz y mirando a la corona de flores. Mirar el paño de pureza donde Juan de Juanes ejecuta una transparencia curiosa.

     La Virgen es del tipo iconográfico Odigitria, “la que muestra el camino”, y tiene la corona de flores en su mano izquierda con los dedos corazón y anular juntos, simbolizando el misticismo, su unión con Cristo



Virgen Bizantina tipo Odigitria, con la mano de la Virgen señalando a Jesús, al igual que en nuestro cuadro, que es el camino hacia la salvación

     Hay varios tipos más de iconografía de la Virgen, a mi me encanta la Virgen en majestad en los mosaicos de la iglesia de Apolinar Nuovo en Ravenna, construida en el siglo V/ VI por Teodorico.



                                                                   Virgen del tipo Platytera rodeada de ángeles. Ravenna. 1500 años y en perfecto estado

     Volviendo a nuestro cuadro, como vemos, esta delicada y colorista pintura, tiene como tema central la conversión tanto de los gentiles como de los inocentes niños, musulmanes en este caso.

     Constituye un homenaje al, quizás, mas importante predicador  de moriscos de la época el venerable Agnesio, quien en sintonía con el obispo de Valencia santo Tomas de Villanueva, obispo nombrado por Carlos V, se volcó en el intento de conversión de los moriscos mediante el adoctrinamiento, nunca fue partidario de la conversión a la fuerza.

Curiosidades



Catedral de Valencia. Cuadro recientemente atribuido a Juan de Juanes, en lugar de a su padre Vicente Macip. El tiempo lo confirmará.

     El venerable Agnesio inspiró otros cuadros como este, en el que se encuentra ante una escena de bautizo, el bautismo de Cristo, nada menos que con los cuatro padres de la iglesia como testigos.

     A Agnesio, lo sitúa el pintor a la izquierda (tal como vemos el cuadro) arrodillado, en contraste con los Padres que están erguidos.  Tiene en la mano un libro con letras hebreas y griegas , en el que se dice “ .. lo que se ha de hacer… lo harás del mismo modo… lo harás bien”, como comenta el profesor Borja Franco citando una traducción de Juan Ángel Oñate Ojeda de finales del siglo XX.


     El sentido de esta frase, se debe entender en el contexto de la evangelización de los moriscos, ya que, en sintonía con santo Tomas de Villanueva, Agnesio se oponía a la conversión forzosa de estos.

1 comentario:

  1. Excelente análisis. Gracias por la difusión de la información ayudando así a la cultura y al arte.
    Gran familia de artistas los Macip.

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